lunes, 4 de marzo de 2013

Maratón de Sevilla 2013




Los que me conocéis bien sabéis que llevo un par de años bastante atareado. Al trabajo y familia se le ha unido la Universidad, estoy aprovechando el parón de promoción interna para sacarme el grado en FYCO, por lo que también he tenido que ponerme las pilas con el inglés (ya aprobado gracias a Dios y a mi dedicación).
Sólo tengo dos hijos pero el terremoto de mi Pablo me desborda, juro que a veces lo veo en dos sitios distintos al mismo tiempo y por supuesto haciendo alguna de las suyas. Es muy travieso pero es tan gracioso el puñetero que me cuesta horrores mantenerme serio cuando le regaño.
Para sacar tiempo para todo ello, lógicamente he tenido que dejar un poco de lado mi pasión, correr. Pero esta pasión es mi forma de entender la vida, por lo que aunque no encuentre una rutina para entrenar, nunca he dejado de correr. Mi Lucía y mi Pablo son mi debilidad y ese ratito que pueda pasar con ellos es lo que más me cuesta sacrificar cuando me voy a correr.
A pesar de mi falta de entrenos y rutinas las marcas van llegando y lo que creía que era imposible se ha vuelto posible. Mis dos medias maratones en 1.20 “pelaos” y mi participación en el Campeonato de España Universitario de Cross han sido encumbradas por la carrera que más he disfrutado de todas las que he disputado: La Maratón de Sevilla.
Todos los populares, cuando empezamos vemos a los maratonianos como héroes, como algo imposible de alcanzar. Es una distancia llena de mitos y de historias y creedme, la gran mayoría son ciertas. Así me sentía (aparte de acatarrado y con la garganta destrozada) cuando me metí en mi cajón de salida, pero empecemos por el principio.
La maratón de mi estreno iba a ser la de Ciudad Real (durante el verano no tenía clases y además no me costaba tanto trabajo madrugar para correr), así que con la ayuda de mi compañero de club Luis Parras empecé con un plan de entrenamiento con un objetivo: Bajar de las 3 horas.
Los entrenos iban de fábula, pero empecé a sobrecargarme y después de un mes y medio de entreno tuve que dejar durante un tiempo de correr por un esguince de rodilla (creo que me tuve que romper el menisco, porque aún a veces dejo de correr cojo del dolor y ya hace 8 meses de mi lesión). Así que de esa forma el sueño de Ciudad Real se esfumó.
Cuando empecé otra vez a correr pensé en Málaga pero estaba demasiado cerca así que ¿por qué no centrarme en Sevilla?.
No podía entrenar más de tres días a la semana así que intentaba rentabilizarlos. Uno de series, una tirada larga y otro de pesas. No todas las semanas tenía la suerte de contar con tres días, ha habido alguna que me conformé con sólo uno o incluso la semana de antes de la maratón no pude salir ni siquiera a estirar las piernas.
Con ese bagaje, lo más lógico era renunciar a las 3 horas y sólo intentar acabarla y disfrutar. Pero en mi interior sabía que mis piernas valían menos de 3 horas.
Como todos los novatos no sabía qué estrategia seguir, si atacar en la primera media y tener un colchón importante para la segunda; intentar mantener el mismo ritmo toda la carrera; salir reservón para atacar pasado el muro…. Hasta que leí a mi buen amigo Javi Olea que en un mensaje del facebook deseándonos suerte a todos los que corríamos en Sevilla nos aconsejaba ser reservados en la primera media y atacar en la segunda.
Me sentí abrumado por la cantidad de gente que se acordó de mí, mi correo y mi teléfono no paraban de recibir llamadas y mensajes deseándome suerte, si no fuera por esas muestras de apoyo habría sido mucho más duro.
Pasemos a lo importante: La maratón y todo lo que la rodea.
El sábado visita rápida a la feria del corredor. Recojo el dorsal y cuando voy a coger la bolsa casi me choco con otro corredor (que venía embalado), ¡! Pero si es Chema Martínez. Como me llevó un amigo de Sevilla y habíamos dejado a las mujeres solas no nos entretuvimos mucho.
La bolsa del corredor genial. Para ser la maratón más barata de España (al menos que conozca) tenías pantalón técnico, camiseta técnica, revistas varias, muestra de pistachos, 1 litro de caldo, bote grande de desodorante corporal, muestra de crema para masajes, …
El sábado por la noche me la pasé entera con los pañuelos secándome las gotillas de nariz, menudo catarrazo tenía y para colmo totalmente afónico y con la garganta destrozada, así que bajé a la farmacia y a inflarme de Ibuprofeno.
El domingo y pensando en la situación tan lamentable en que estaba me prometí no sufrir lo más mínimo. Me dirigí a dejar mi macuto y primer “pero” para la organización, la zona de guardarropía era extremadamente pequeña para el volumen de corredores que estábamos. Estaba organizado por número de dorsal (filas de 500 en 500), todos apelotonados y aquello que no avanzaba, pensé que no iba a poder tomar la salida a tiempo, no sé si alguien tuvo que salir más tarde por este motivo.
Iba con Diego (del Huelma 2003), y al entrar en mi cajón (otro punto a favor de la organización, había varios cajones habilitados para los que hubieran acreditado marca en media o en maratón) me encontré con Rafa Martínez y con Miguel Ángel Muñoz, ya empezaba a sentirme como en casa, rodeado de gente conocida.
Rafa me dijo que no iba a exigirse nada, que iba a salir a disfrutarla, así que cuando pegaron el pistoletazo empezamos a correr sin parar de hablar. Los kms iban cayendo y los dos estábamos eufóricos, íbamos a ritmo de 3h muy agusto, y aparentemente sin ningún desgaste, si no hubiera llevado el gps habría pensado que el ritmo era mucho más lento de 4.15.
Carrera animadísima por otra actividad paralela de la organización: Concurso de grupos de música, indescriptible la sensación de pasar por al lado de ellos y sus bafles a toda pastilla.
Íbamos en un grupo numeroso y en mi caso, frenándome para continuar integrado en él. Pasamos la media maratón a algo más de 1.29 y en mi mente sólo tenía el temido km 35, ¿será tan duro como dicen?.
Los avituallamientos (numerosísimos y muy completos) dejaron de estar en ambos lados para situarse a la derecha (yo iba por la izquierda), lo que hacía que cada vez que intentaba abrirme paso entre el nutrido grupo, cuando llegaba al extremo ya no había mesas. Por lo que esto unido a que me dijo Rafa que empezaba a estar tocaete (por culpa de una plantilla), hizo que cambiara un poco el ritmo y abandonara el grupo.
No paraba de adelantar gente y me sentía pletórico, tanto que en el 32 pensé sorprender al “tío del mazo” (si me quería coger iba a tener que sudar), metí otro cambio de ritmo y empecé a rodar realmente rápido, eso unido a que iba adelantando a gente que se había topado de lleno con el “muro”, me dio un buen subidón (no porque otros lo estuvieran pasando fatal, sino porque yo aún estaba entero y deseando de correr). Uno de los corredores que adelanté (que llevaba muy buen ritmo) se pegó detrás mía y empezamos a tirar los dos. La foto del margen es del paso por la Plaza de España con dicho corredor, sería sobre el km 33-34 y rodábamos sobre 3.40, si me lo dicen antes de empezar no lo hubiera creído.
Pasamos todo el casco antiguo de Sevilla (el recorrido en los últimos kms de la maratón precioso con la Plaza de España, La Catedral y la Torre del Oro como testigos) entre aplausos y ánimos del público, aquí empecé a emocionarme y no pude contener las lágrimas. La gente no puede hacerse una idea de lo que sus ánimos hacen a un corredor popular, te hacen sentirte realmente grande.
En el 37 me dio un amago de calambre en los isquios, a esas alturas no quería que nada me amargara mi estreno, así que aflojé mucho el ritmo y me di cuenta que empezaba a estar bastante cansado, pero ya estaba hecho, sólo me quedaban 5 kms.
No sé si el chaval que se me enganchó iba igual que yo, pero el caso es que se adaptó perfectamente a mis ritmos igual íbamos a 5’ que por un momento se me olvidaba que estaba cansado y al borde de un ataque de calambres y nos poníamos a rodar a 4’.
Al pasar por el km 40 un hombre que estaba animando nos gritó: “Ya está todo hecho, ahora toca disfrutar, saborear vuestro triunfo”. Y vaya si saboreé los dos últimos kms., levanté la cabeza, enderecé mi posición y pensé que no quería que eso acabara nunca, después de 40 kms quería seguir corriendo (¿me habrá afectado al coco la maratón?)…
Entrada al Estadio Olímpico, ya está todo el trabajo hecho, mirada a lo lejos al crono, marcaba 2.56 y apretar para intentar pasar en dicho tiempo, al final pasé en 2.57, aunque mi tiempo real fue de unos segundos menos y me planté en 2.56.54. Completamente convencido de que había encontrado la distancia que me gusta.
La maratón se adapta perfectamente a mis cualidades (que no son muchas), es una carrera que tienes que hacerla sin sufrir hasta superar la mitad o algo más y a partir de ahí necesitas ser terco como una mula (eso se me da muy bien). Para la próxima seguiré siendo conservador al principio (aunque intentaré pasar a 1.25) e intentar aumentar el ritmo de cara a los últimos 10 kms. (¿se me nota mucho que ya quiero bajar de 2.50?).
La prueba estaba homologada aunque mi GPS me dio casi 300 metros más (lo comenté con varios corredores y todos me dijeron que les había pasado lo mismo).
Llegada y atención al corredor por todo lo alto: agua, frutas, refrescos, , toallas, cerveza...
¿Por qué una maratón es grande?. Quizás al que nunca la haya corrido le puede ayudar las siguientes imágenes:
La alegría del objetivo cumplido

La solidaridad de los corredores y el espíritu de superación

 
Cuando llegué a coger mi macuto no tuve que guardar cola, como iba por dorsales y yo llevaba el 537 mi fila estaba vacía, sin embargo la de al lado (del 1 al 500) estaba ya repleta de corredores (a número más bajo mejor marca acreditada). Aspecto a mejorar y mucho por la organización, ¿por qué no quitaron las vallas para la llegada?. Hasta las 3 horas y poco estaría saturada las dos filas primeras y a partir de las 4 horas no quiero ni pensar la que se liaría en las otras (mientras que las dos primeras estarían vacías).
En las duchas tampoco hubo previsión para tanto volumen de gente, me entretuve un poco en entrar y cuando fui a ducharme había mucha cola. Eran poquísimas duchas para tanto corredor, menos mal que ninguno nos entreteníamos en exceso. Lo mismo, no me gustaría estar en el pellejo de la criatura que entrara la última, ¿a qué hora terminaría de ducharse?.
Luego también fue un poco caos por la poca información que tenían los voluntarios y organizadores, preguntaras a quién preguntaras nadie sabía nada que no fuera de su cometido ni tampoco a quién tenías que preguntarle.
Quitando esos “problemas” para mi tiene un 10 la maratón de Sevilla: Por el recorrido (totalmente llano y bastante atractivo para hacer turismo a la vez que corres), por la animación (concurso de bandas de rock, concurso de fotografía y público), por la bolsa del corredor, por el precio (también tenías cena de la pasta y comida de fiesta de corredor incluida en la inscripción),  por el detalle de los cajones de salida, por tanto voluntario y seguro que me dejo algo más.
Qué decir que mi alegría fue completa porque se decidió a acompañarme Raquel y pude disfrutar también de los ánimos de mi sufrida mujer y de mis peques. Lo suyo sí que tuvo que ser un auténtico calvario, recoger todas las cosas del hotel, empaquetarlas en el coche y cuidar de l@s d@s fieras, todo eso solita porque me fui temprano del hotel.
Menudo tocho me ha salío, si habéis conseguido llegar hasta aquí leyendo, seguro que correr una maratón para vosotros es pan comido.
Ahora a por el siguiente objetivo, bajar de la hora 20 en Málaga y clasificarme para el campeonato de España absoluto de Media Maratón (aunque al final no lo corra). ¿Lo conseguiré con tan poco entreno?.