lunes, 6 de septiembre de 2010

Después de la calma: La tempestad

Esperemos que se cumpla el dicho del título.
Lo primero pedir perdón por esta ausencia tan larga, pero cuando no puedo correr no soy capaz de escribir nada, me falta fluidez de ideas y la necesaria inspiración.
Desde abril que empecé con la obra, siguiendo con la pintura y acabando con los retoques, no he dado pie con bola, eso sí, mi mujer contentísima de tenerme de chapuzas.
Apenas salía a correr, pero esta situación llegó a su pico en julio, cuando me doblé la pierna y aún estoy esperando a que me digan qué me he hecho, en principio creían que era rotura de menisco interno, no creía que una rodilla pudiera hincharse como lo hizo la mía.
No sé tener la suficiente paciencia, así que al día siguiente estaba nadando y después de un par de semanas intenté salir a correr. Como no apoyaba bien la pierna, después de dos días seguidos corriendo (el último me metí 17 kilómetros, eso sí en llanito), al día siguiente no podía andar, pero no por la rodilla, sino por el gemelo.
Vuelta a urgencias y rotura fibrilar del gemelo externo. Intenté volver a correr a las dos semanas en Almería pero aún tenía molestias en la rodilla, así que volví a cambiarme las zapas por las chanclas y a la playita.
Después del enésimo intento pude volver a trotar el jueves pasado, eso sí, acabé con dolores en el gemelo, que se acentuaron al día siguiente y me hicieron temerme lo peor.
El domingo, quedada con la gente del club y con cuanto se quiso apuntar. El objetivo: Entrenamiento “in situ” de la Carrera del Pantano.
Ya la primera cuesta, saliendo del Puente La Sierra, nos puso a cada uno en nuestro sitio, iba hablando con Pedro cuando Lolo nos pasó, me dí cuenta que tenía que apretar un poco, sino me cansaría más, me excusé con Pedro y subí una velocidad.
Rodé unos metros con Lolo, Fini, Félix y Dani, pero quería ser cauto y no hacerme daño, así que aflojé el ritmo, Fini cuán fiel compañero (pa´que luego diga que lo maltrato psicológicamente) se quedó conmigo, pero le dije que no aflojara (su intención era probarse hasta dónde podría llegar el día de la carrera y la mía era acabar sin hacerme daño).
Como espectador privilegiado, pude ver cómo Félix, Lolo y Fini iban abriendo cada vez más hueco con respecto a Dani y éste a su vez me iba dejando cada vez más descolgado.
Una vez acabada la interminable cuesta, en la bajada hacia Cuevas Negras se me escapó aún más Dani, pero no era día para piques, aunque ya estaba más atento de los improvisados avituallamientos que había preparado el club, por cierto gracias a los que los prepararon (no sé quiénes fueron los que se pegaron el madrugón para que no nos faltara de nada), sólo cogí agua en uno de ellos pero me cayó mejor que un tercio de Cruzcampo fresquito, gente así es la que hace grande a un club.
Un par de kilómetros antes de llegar me dieron caza Andrés y Javi (creo que se llama), y ya continué con ellos hasta meta. Con sprint incluido en los túneles, intenté probarme con Javi pero le dí demasiada ventaja y aún no estoy para correr al 100%, de todas formas no tenía mérito ganarles al sprint, las criaturas venían corriendo desde Los Escuderos.
Atasco monumental de corredores en el Pantano (creo que había más gente que habrá el día de la carrera).
Ratito de convivencia mientras bebíamos agua e isotónico cuasi congelados y al poco vuelta en coche para el Puente La Sierra.

Jornada muy positiva en cuanto sensaciones, los primeros hicieron 1 hora y 4 minutos (menos mal que es un entreno), Dani 1h10’ y yo unos cuantos más (no sé cuántos porque no llevaba reloj). Y al poco fueron llegando todos los demás compañeros.
Acabé con molestias en el gemelo, me pasé todo el domingo masajeando la zona y hoy estoy nuevo.
Poco a poco empezaremos a coger forma, sin prisas, pero sin pausa.
Mundo tiembla que vuelve Nono con mucha hambre de kilómetros (han sido dos meses de ayuno involuntario).


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