jueves, 10 de junio de 2010

DIOS DE LA LLUVIA APIADATE ….


Ayer no tocaba correr, era tarde de feria, es la Virgen de la Capilla y día del niño, por lo que llevaría a la peke Lucía a disfrutar de los cacharritos.
Me despedí de ella y estaba tan nerviosa que no durmió siesta, así que cuando volví de trabajar me la encontré con cara de estar reventada de sueño, además empezó a llover fuerte.
Buscamos aparcamiento cerca de la feria y al bajarnos se había quedado roque. Me dio lástima despertarla y decidimos que lo mejor sería dejar los cacharros para el día siguiente (aunque tocara rascarse el bolsillo el doble).
Al llegar a casa le digo a mi mujer: “Voy a tirar la basura y de camino …..” no me dio tiempo a acabar la frase, sonó mi móvil y una sonrisa afloró en mi rostro (mi móvil se chivaba: “Serafín vecino”). Tenemos telepatía, iba a pasarme por su casa para ver si estaba tan loco como yo y le apetecía mojarse, pero una vez más se me adelantó.
Hacía bastante tiempo que no disfrutaba tanto una salida, quizás sea porque entraron en juego dos sentidos más que casi tenía olvidados al correr: el olfato y el tacto.
El olfato, qué decir del olor a lluvia, a tierra mojada, a follaje húmedo. Me encantan los días de lluvia, salir fuera y llenarme con sus olores.
Y el tacto, notar cómo la lluvia golpea tu cara, tus brazos, tus piernas, cómo actúa de refrigerante en tus músculos.
Soy un corredor al que le va muy bien el calor, últimamente no tanto, pero he de reconocer que mis mejores carreras y mis mejores marcas las he hecho bajo la lluvia.
Con los pocos que nos cruzamos nos miraban incrédulos, como si fuéramos fantasmas a los que sólo ellos veían, pero no éramos fantasmas, éramos dos locos con la misma afición.
A más de uno se le cayó la baba de envidia, ¿verdad Mª del Mar y Jose Antonio?, seguro que si hubierais tenido las zapatillas en ese momento os habríais unido a nosotros.
Nos metimos por las olivas, nos llevamos kilos extras pegados en las zapatillas en forma de barro, nos metimos alguna cuestecita que otra, pero ayer volví a recuperar algo de sensaciones.
No sé si será por el fresquito que hizo, si sería la lluvia, o quizás empiezo otra vez a coger algo de forma, pero ayer me sentí muy bien. Mientras estiraba, sin refugiarme de la lluvia, era como si esa misma agua que me mojaba actuara como “cargador de batería”, cuanto más rato pasaba bajo ella mejor me sentía, hasta que volví a la realidad y pensé “gilip…. verás con tanta filosofía y tanta tontería, como te resfríes no corres el domingo”
En estos días es cuando uno se da cuenta el por qué le gusta correr y que nada ni nadie puede impedirlo.
Fue un entreno en plan tranquilo, pero noto mis piernas fuertes, algo cansadas, pero con ganas de comerme el domingo el Puerto de La Ragua.
Me encanta esta canción.





…. Dios de la lluvia abrázame
y bajo tus nubes volveré a considerar
las múltiples formas de besar
el aire bañado en tu perfume singular
de antiguos aromas flotando en el aire
espíritu de la bruma, no volverán.





3 comentarios:

  1. Te entiendo porque a mi me encanta la lluvia también, aunque más para pasear que para correr pero bueno adoro los dias de lluvia.
    Muy bonito el nuevo diseño del blog. Un abrazo

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  2. Soy Alcorca, y aparte de alabarte el gusto por correr bajo la lluvia, te dire que lo quem mas me ha gustado de articulo es la frase esa de del "follaje humedo". Pufff hace tanto que no pillo yo ese follaje humedo.

    Je, je, je.

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  3. Joder Alcorca, Barney y yo en plan trascendental y vas tú y nos sacas del trance.
    Tranquilo que no eres el único, desde que estoy embarazado ni huelo ni pillo el follaje húmedo (pero mira que somos marranos, cómo sacamos punta al lápiz).

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